Mar del Plata está desierto de Volkswagen este año. No quedan oficiales  en la plana. Salvo la estructura semioficial montada por BMW con el Mini  All4 Racing. Lo demás, equipos privados, la esencia del Dakar de los  viejos tiempos, de los pioneros. Volkswagen decidió, después de ganar  tres años consecutivos -además como primer equipo en la historia en  hacerlo con un motor diesel- virar el rumbo en su planificación  deportiva y preparar un auto de rally para el Mundial WRC.
Tampoco está en Argentina Carlos Sainz, el campeón de 2010, cuya  aventura se inició en esta mastodóntica prueba a finales de 2005, cuando  confirmó, después de disputar dos rallies con Citröen, que correría en  enero de 2006 el Rally Dakar, algo que otros de su misma procedencia  como Ari Vatanen, Juha Kankkunen, Miki Biasion o Colin McRae, ya habían  catado.
Carlos, ya con un Dakar en las vitrinas y sin el estímulo de una  estructura potente de fábrica detrás que lo aliente, ha dejado su  ambición en Madrid para pasar, por fin, unas Navidades en compañía de su  familia y alejado del polvo de las llanuras argentinas. "Al no haber  equipos oficiales carece de interés para mí la prueba. A esta altura de  mi vida no voy a ir a competir con lo que sea", admite el madrileño,  que, de cualquier forma, no se desenganchará de la prueba pese a  disfrutar con su familia.
"Pienso seguirla por Internet y en televisión, lo haré desde la  distancia y veré cómo va", continúa el piloto, que últimamente supervisa  muy de cerca la trayectoria de su hijo Carlos, que la temporada próxima  competirá en la Fórmula 3 británica dentro de la estructura Carlin, con  la que también fue campeón hace varias temporadas Jaime Alguersuari.
Sainz tiene, además, otro cometido, también dentro de Volkswagen, como  consejero en el desarrollo del nuevo Polo R WRC que participará en 2013  en el Mundial de rally. Carlos tuvo el privilegio de rodar los primeros  kilómetros con ese prototipo en el que VW está metiendo esfuerzos  técnicos y económicos para que sea un nuevo coche de referencia en el  WRC.
Pero una parte de su cabeza sí tomó el boleto de avión hacia Argentina.  "Me da un poco de pena no poder estar allí y que Volkswagen no haya  querido estar allí porque, además, tenía ya una evolución del motor  probada", explica Carlos, que respeta la decisión de la fábrica alemana  de enfocar su futuro en los rallies.
Carlos, una autoridad en las carreras y con una amplia experiencia en el  Dakar, se siente con ánimo para ejercer de analista ante la próxima  edición entre Mar del Plata y Lima, en Perú. "No sé muy bien cómo irá el  recorrido porque sé que sube hasta Perú pero sí puedo anticipar que no  hay Dakar fácil y en Sudamérica los últimos han sido durísimos",  comenta.
También vaticina un raid muy abierto, propicio para las sorpresas. "Al  no haber oficiales puede haber más opciones a que lo gane un privado",  agrega, aunque es consciente de que, con la marcha de VW, "ese papel de  favorito lo ha tomado un poco BMW".
Y dentro del equipo Mini X Raid, con un Mini construido sobre la base  del antiguo BMW X3 figuran dos de los peces gordos. Uno, Stephane  Peterhansel, el polivalente campeón que este año persigue el décimo  título. "Stephane es, por palmarés en el Dakar, el favorito, pero  también Nani puede estar ahí, tiene una gran oportunidad", explica.
No le quita ojo sin embargo a los vigorosos y estridentes Hummer. Uno en  manos del polémico Robby Gordon. El otro, con su ex rival y vigente  campeón, Al Attiyah. "Habrá que ver cómo va ese coche", dice. El qatarí  tendrá de copiloto a Lucas Cruz, viejo conocido de Carlos.