Desde su llegada al continente sudamericano, en 2009,
el Dakar ofrece momentos mágicos año tras año, levantando la misma
pasión. La ceremonia inaugural, la víspera de la salida, sigue siendo
uno de los platos fuertes para el público que responde de nuevo en masa a
la llamada del Dakar con más de 800 000 espectadores (650 000 personas a
lo largo del recorrido del desfile del podio y 150 000 visitantes en
Tecnópolis).
Ayer por la tarde, flanqueando las
largas avenidas que conducen hasta la Plaza de Mayo, los porteños
vitoreaban sin parar a los pilotos que se dirigían al tan deseado podio,
que no podía albergar a todos a la vez.
El
sonido de un claxon, un pequeño saludo con la mano o un caballito en la
moto… pequeños detalles que deleitaban a los aficionados argentinos,
provocando nuevos aplausos. Santosh Shivashankar, primer ciudadano indio
que participa en el Dakar, no se esperaba una acogida así. “Lo había
visto en televisión”, comentaba el motorista novato inscrito con una
KTM, “pero supera todo lo que había imaginado. Y eso que estoy
acostumbrado a las masas…”.
Anar Chintabataar,
con un magnífico gorro de zorro, se sintió particularmente arropado por
el público al subir al podio. “Aunque la carrera no empieza hasta
mañana, este momento es realmente mágico”, confesaba el representante
mongol.
“Es un momento
muy emotivo para todos”, comenta David Castera, director deportivo del
Dakar. “Como antiguo piloto, nunca olvidaré la ceremonia del podio. Tras
todos los sacrificios realizados para llegar hasta aquí, se siente
mucha emoción. Se trata de un momento dotado de una fuerte carga
simbólica: representa el fin de la preparación y el inicio de la
aventura”.
Fuente: Prensa Dakar