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"Lo que Adrian (Newey) ha conseguido es fenomenal. Creo que ahora, sin
duda, es el mejor diseñador que ha habido nunca en la F-1, incluso
supera lo logrado por Colin Chapman". El que suscribe la frase es
Christian Horner, director deportivo de Red Bull. Y si hablamos con los
números en la mano, su afirmación es indiscutible e, incluso se queda
corta.
Newey ya tiene 18 títulos, nueve de pilotos y nueve de constructores,
mientras el fundador de Lotus, creador entre otras cosas del efecto
suelo y las suspensiones activas, se quedó en 13 (siete de equipos y
seis de pilotos). Además, el Da Vinci de la F-1 también tiene ya más que
Ross Brawn. El genial estratega que catapultó al éxito a Schumacher
lleva 16 (ocho de cada categoría).
Red Bull fue la 148ª escudería que participó en un Gran Premio en la
historia de la F-1. Debutó el 6 de marzo de 2005 y en ocho años se ha
convertido en el dictador del Mundial. En los primeros cuatro años sólo
sumó tres podios, pero en los cuatro siguientes sus números son
avasalladores: seis títulos (tres de pilotos y tres de constructores),
34 victorias, 46 poles, 29 vueltas rápidas, 77 podios, doce dobletes...
¿Qué cambió desde el proyecto inicial? Adrian Newey.
El ingeniero aeronáutico británico de 53 años desembarcó en el equipo de
Dietrich Mateschitz en 2006 con plenos poderes para crear un proyecto
ganador. Y los resultados no tienen discusión. Eso sí, las acusaciones
sobre la supuesta ilegalidad de sus diseños han frustrado parte de la
alegría por sus éxitos.
En un documental recopilatorio que los
austriacos han realizado sobre sus ocho años de historia en la F-1,
Newey plasma su incomodidad ante las dudas: "Desde 2010 en particular,
el nivel de ataques terminaba por ser estúpido. Parecía que en cada
carrera se nos acusaba de estar haciendo algo ilegal".
En el citado vídeo, Newey deja claro que la filosofía y la labor del
diseñador es rozar la reglamentación cumpliendo la legalidad: "El
monoplaza, por supuesto, usa el reglamento al límite lo que, para mí, es
lo que se debe hacer en Fórmula 1. No existe tal cosa como el espíritu
de la norma, es blanco o negro, puedes hacer esto y no puedes hacer
esto. Esto nos llevó siempre a ajustarnos al límite del reglamento. La
conclusión es que el coche es legal".